3 mayo 2024

La solidaridad no está en cuarentena

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La historia de Blas Gómez, un joven toldense que cocina y reparte mercadería junto a otros vecinos para muchas familias que más lo necesitan en medio de la pandemia del COVID-19.

La historia de Blas Gómez, un joven toldense que cocina y reparte mercadería junto a otros vecinos para muchas familias que más lo necesitan en medio de la pandemia del COVID-19.

Estos tiempos  de pandemia nos interpelan como sociedad, de cómo funcionamos, que tanto hemos desarrollado eso que denominamos empatía que no es otra cosa que ponernos un poco en el lugar del otro, de entender lo que le pasa, lo que siente y ahí evaluar nuestras propias posibilidades de dar una mano.

Los distritos chicos como General Viamonte suelen ser solidarios por naturaleza y hasta quizás por necesidad. Por eso, este momento nos obliga a dar señales claras de eso como lo ya lo hemos hecho en otros momentos.

Desde que comenzó a desatarse la pandemia del coronavirus, fue drásticamente destruyendo muchas economías y a la vez, desnudando brechas económicas de antaño entre ciudadanos, entre los afortunados, los que tienen oportunidades reales y los olvidados de siempre que la luchan diariamente para llevar un plato de comida a la casa.

Este contexto hizo más evidente las carencias, las dificultades y la solidaridad de muchos que desde lugares muy distintos hacen su aporte para que muchas familias puedan tener un plato de comida todos los días, para que puedan desinfectar su casa y mantener los hábitos recomendados de higiene personal.

La semana pasada conocimos a Blas Gómez, un pibe de barrio, de los muchos que existen y se comprometen con el distrito y con su gente.

Blas Cocina diariamente para muchas familias que conoce o que simplemente se le acercan a pedir una ayuda. Hoy son más de 100 personas que tienen su almuerzo o la mercadería.

Él no quiere fotos, dice que lo importante es ayudar y que no quiere réditos de ninguna especie, pero seguro que la pila de agradecimientos es uno de ellos.

Como muchos, en 2001 tuvo que recurrir junto a su familia a comedores comunitarios porque realmente lo necesitaban y ahora siente la necesidad de devolver un poco esa mano que le dieron a él y los suyos en aquel entonces. Allí agradece a su madre, Roxana Gabriela Caliz, que luego de quedar viuda luchó incansablemente para que no les falte nada, “mi vieja siempre fue una luchadora”, dice emocionado Blas.

Hoy hace changas, bueno, las que puede porque con todo esto casi que no puede hacer mucho o prácticamente nada pero sin embargo, le pone el corazón y sus propias manos para dar el plato caliente de comida a familias enteras que lamentablemente no lo tienen.

Pero no está solo, cuando llegamos estaba Eugenia Coronel, quien junto a otras voluntarias y voluntarios le dan una mano a Blas para amasar, picar la cebolla, hacer el tuco o lo que haga falta.

Hoy lo contactamos nuevamente, y en ese momento, Blas hizo extensivo el agradecimiento a Eugenia, Belén Olguín, Isa Liffourena, Miranda Liffourena, Rudh Becar, Gabi Bugayo, Mercedes Monteverdi, Luciana Guajardo, Juan Andrés Esnaola y toda la gente de “Perdón Diego FC” que luego del apoyo en redes recibió más mercadería y mucha más gente pudo ser asistida.

Para poder ayudar, Blas pide colaboración en sus redes y así voluntarios se suman con fideos, arroz, carne, pollo, leche o lo que sea para poder seguir cocinando o repartiendo mercadería.  

No quiere confrontar con el gobierno, por eso se abstiene a todo comentario, él solo quiere seguir brindando el alimento diario a otros como en algún momento de su vida lo han acompañado a él.

Como Blas hay otra gente que también se organiza para asistir a otros vecinos y vecinas, es así, no se puede prohibir lo que nace naturalmente en una comunidad. En todo caso, se debe acompañar y asumir la responsabilidad de proteger a la población toda, la que ayuda y la que necesita ser ayudada. De esto se sale entre todos o no se sale, dicen por ahí y tal vez es hora de entender que efectivamente es así.

En ese sentido hemos visto como agrupaciones políticas como El Movimiento Evita, Nuevo Encuentro, Concejales del oficialismo y la oposición, la Cámara de Comercio, la Asociación Rural, el sindicato de Trabajadores y Trabajadoras municipales, el propio municipio, el Consejo Escolar, la Agrupación “Perdón Diego FC” y no queremos olvidarnos de nadie pero son muchos vecinos y muchas vecinas que están poniendo su hombro para el que más lo necesita. Es un valor social enorme, y todos debemos tomar nota de ello.

Pero cabe preguntarnos ¿qué pasará cuando pase todo, qué harán esas familias que históricamente no pueden y las que han quedado fuera en este tiempo? La pandemia se irá pero el saldo que dejará no será muy alentador y habrá que trabajar duro para acompañar a los que se quedan en el camino.

Santiago Levin Presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, había recomendado hace algunas semanas que la solidaridad era una forma de mantenernos socialmente activos y que en estos tiempos de aislamiento es fundamental no perder de vista ese contacto solidario con el otro, y allí nos dio el título de esta nota: “La solidaridad no está en cuarentena”.

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