21 noviembre 2024

Cómo hemos cambiado en tecnología y consumo en los últimos diez años

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Una vez asimilados y aplicados en la dinámica cotidiana, parece que los usos tecnológicos que en realidad no llevan demasiado tiempo entre nosotros siempre han estado ahí. Esto se refleja en la nebulosa mental que brota cuando se intenta recordar desde cuándo los llevamos a cabo.

Una vez asimilados y aplicados en la dinámica cotidiana, parece que los usos tecnológicos que en realidad no llevan demasiado tiempo entre nosotros siempre han estado ahí. Esto se refleja en la nebulosa mental que brota cuando se intenta recordar desde cuándo los llevamos a cabo. 

El cierre de 2019, por aquello del cambio de década ‘psicológico’ (en realidad el paso oficial se producirá a finales de 2020), invita a hacer memoria sobre esos cambios ahora tan interiorizados y que, si se repara en ellos desde fuera, resaltan la profunda transformación social.

La vida en la pantalla del móvil

En 2009 ya éramos adictos al móvil (por poner en contexto, el iPhone irrumpió en 2007, año en el que también empezó a conocerse Facebook y asomó el embrión del sistema operativo Android), si bien la universalización de la cultura del ‘smartphone’ se produciría después. Mensajes de WhatsApp, descargas de aplicaciones, fotografías, la obsesión por los selfis, horas infinitas en las redes sociales, gestiones, ocio, juegos… estamos en el presente digital y en el de la hegemonía de la pantalla, y no la del ordenador.

El móvil, para bien y para mal (si se piensa en frío, vernos por la calle a todos con el móvil sin atender a lo de alrededor, incluso cuando se queda con los amigos en cafeterías, tiene algo de Black Mirror), se ha convertido en un apéndice fundamental. Tanto que la extrañeza nos envuelve cuando no lo llevamos encima, a lo que se suma que a veces lo miramos de forma compulsiva, pero ese es otro tema.

El teléfono fijo, relegado

Un efecto de lo anterior se refleja en el progresivo arrinconamiento del teléfono fijo. Sigue en los hogares, y sobre todo en empresas y negocios, pero por ejemplo en las casas casi está de adorno y por aquello de que por medio del mismo se tiene contratada la wifi y la televisión.

‘Streaming’: ocio más que a la carta

El 'streaming' ha transformado nuestro ocio
El ‘streaming’ ha transformado nuestro ocio

Primero grabábamos los programas, series y películas cuando no podíamos verlos a la hora de emisión, pero dicha práctica se acabó. Los servicios de streaming han amplificado el concepto de contenido a la carta, ya que nosotros elegimos qué, cuándo y cómo.

En la tendencia han influido la cultura de ocio focalizada en las series y la inabarcable y continua oferta de ficción. En la era de Netflix y de HBO (y de Amazon Prime Video, Movistar +, Filmin, Disney +…), parece claro que el paradigma ha mutado y que eso lo ha notado la televisión convencional, casi extraña para algunos jóvenes.

Las compras en Amazon

En este periodo se ha extendido la compraventa online, desde hace tiempo un acto mundano más, y se ha perdido el miedo a meter el número de tarjeta. El reinado de Amazon, la proliferación de apps y el boom de AliExpress, entre otros aspectos, reflejan el continuo crecimiento de la tendencia. En paralelo, el pequeño comercio ha debido adaptarse a los modos de consumo (también en lo relativo al contacto con clientes e imagen de marca en redes).

Las tarjetas ‘contactless’

En comparación con otros cambios parece anecdótico y menor, si bien el uso común de las tarjetas de pago contactless (no hace falta introducirlas en la ranura del cajero o del datáfono de la tienda) constituye otro paso significativo. Este se añade a la ya veterana gestión bancaria a través de Internet y las aplicaciones. La grandes preguntas que surgen son las de si dentro de un tiempo no hará falta la tarjeta y la de hasta cuándo habrá dinero físico.

Lo que ya no parece ciencia ficción

Los avances tecnológicos detectados y vislumbrados propician que ya no nos resulten raras y de ciencia ficción cuestiones como el reconocimiento facial, los chips identificativos que empiezan a probarse, los coches híbridos, eléctricos y que funcionan solos, las posibilidades de las impresoras 3D, la realidad aumentada

No obstante, aspectos como los primeros suscitan un considerable recelo acerca de la privacidad (la localización y el rastro que dejamos en apps e Internet también figurarían aquí) y la libertad debido a los potenciales usos perversos. No debemos olvidar que el Gran Hermano lo controla todo…

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